Esta web utiliza cookies propias y de terceros para recopilar información que ayuda a optimizar la visita, aunque en ningún caso se utilizan para recoger información de carácter personal.

Política de cookies

Crean en Málaga bioplásticos a partir de piel de tomate que se disuelven en el mar

23 NOV 2021
Crean en Málaga bioplásticos a partir de piel de tomate que se disuelven en el mar

De las hojas, los tallos y de la piel de los tomates que se desechan en la industria conservera, se extrae la celulosa de forma purificada capaz de disolverse en un mes

El Centro de La Mayora (Algarrobo) ha creado una alternativa a los plásticos derivados del petróleo que tardan 450 años en degradarse

Unos bioplásticos producidos a partir de los restos y la piel del tomate, que se descomponen en solo un mes en el mar y con propiedades similares a los que protegen los envases comerciales, han sido creados por investigadores del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora (Algarrobo, Málaga).

Según la nota de la Agencia EFE recogida por Málaga Hoy, el objetivo de estos científicos era crear una alternativa a los plásticos derivados del petróleo, que tienen unas propiedades excelentes para el envasado de alimentos, pero, cuando acaban en el mar, tardan 450 años en degradarse, se acumulan y causan problemas para la flora y fauna oceánica.

El investigador del IHSM, José Alejandro Heredia, trabaja con la celulosa para lograr el bioplástico ideal, capaz de ser modificado con sustancias bioactivas antibacterianas y antioxidantes, robustos, con muchas propiedades para el envasado de alimentos y que además potencien al máximo su facilidad para degradarse. De las hojas, los tallos y de la piel de los tomates que se desechan en la industria conservera tras hacer salsa de tomate o kétchup, se extrae la celulosa de forma purificada.

A través de ésta, se crea una película o papel film robusto y transparente con múltiples aplicaciones. Además, pueden utilizarse de una manera más lúdica para crear complementos como botones o adornos decorativos que imitan los materiales con los que se realizan habitualmente.

El “empaquetado inteligente” es otra de las revoluciones que proponen estos bioplásticos: una vez que protege un alimento, si el plástico deja de ser de su color inicial, significa que ha absorbido agua y está perdiendo su estructura, por lo que está empezando a perder propiedades antioxidantes y dejando de ser útil.

Heredia asegura que, una vez llevado a cabo el proceso de producción de este bioplástico, se ha comprobado que es “tan bueno” como los comerciales actuales derivados del petróleo, ya que consiguen que el metal “resista muy bien la corrosión y no migran hacia el alimento”. Sin embargo, lamenta el investigador, su aplicación comercial está lejos de llegar, ya que la industria de los plásticos necesita poder utilizar la misma maquinaria para que sea económicamente viable este cambio, que supondría una revolución para el medio ambiente y la sostenibilidad alimentaria.

Ayúdanos a luchar contra el cambio climático y a defender el medio ambiente compartiendo esta página:

  • Facebook
  • Twitter
  • Enviar por correo