Esta web utiliza cookies propias y de terceros para recopilar información que ayuda a optimizar la visita, aunque en ningún caso se utilizan para recoger información de carácter personal.

Política de cookies

La sequedad de la atmósfera está detrás de los grandes incendios forestales

25 AGO 2021
La sequedad de la atmósfera está detrás de los grandes incendios forestales

Con los incendios actuales estamos entrando en una nueva realidad. Se trata de incendios que ya no podemos apagar

El profesor de Incendios y Cambio Global en PVCF-Agrotecnio de la Universidad de Lleida, Víctor Resco de Dios, encuentra relación entre los grandes incendios forestales que sufrimos en los últimos tiempos con una gran sequedad de la atmósfera unida a la energía que almacena procedente de la quema de combustibles fósiles.

Con los incendios actuales estamos entrando en una nueva realidad. Se trata de incendios que ya no podemos apagar. Son incendios que pueden arder durante semanas o meses y que solo se apagan cuando llueve.

Incendios sin precedentes

Lo vimos en los grandes incendios de Sídney en 2020, cuando ardió el 21 % de los bosques a lo largo de todo un verano. Esos incendios solo se extinguieron con la llegada de las lluvias. Huelga decir que incendios que se extienden por el 21 % del área forestal no son normales. Hasta entonces, lo habitual era que quemaran menos del 1 % anualmente. Se trata, por tanto, de incendios sin precedentes.

Hasta 81 incendios en un día

En Grecia se han llegado a sufrir 81 incendios en un día. No hay sistema de extinción capaz de abordar tantos frentes a la vez. A ello debemos sumar que muchos de estos incendios tienen un comportamiento tan errático e impredecible que llegan a poner en peligro la propia seguridad del sistema de extinción. Es decir, que ni se dispone del personal ni de los medios para apagar tantos incendios y, el disponible, en muchas ocasiones no puede ni tan siquiera acercarse.

¿Qué los causa?

El principal causante de esta nueva ola de incendios lo encontramos en el estado de la atmósfera. Una atmósfera que está cada vez más cargada de energía procedente de la quema de combustibles fósiles. Una atmósfera, por tanto, con un poder desecante extraordinario que se acentúa en las jornadas con olas de calor como las que se viven estos días en Grecia y Turquía.

Un problema que irá a más

En el artículo publicado en ‘The Conversation’, Victor Resco sentencia que los bulos y los intereses de distintos grupos de presión han generado debates artificiales que han favorecido el inmovilismo y la inacción. Y ahora, seguramente, ya es demasiado tarde.

Si se tratara de un cáncer, se podría decir que estamos entrando en la fase cuatro: metástasis. Si hubo un tiempo en el que los incendios, o por lo menos una parte importante, se podían prevenir a través de la gestión forestal, ese tiempo se está acabando. Décadas de dejadez en la gestión del territorio forestal y rural han creado un problema tan expandido que la solución es cada vez más lejana y ya raya el punto de ser irreversible.

Nos estamos acercando al punto en el que el potencial desecante de la atmósfera es tal que se tornan inflamables zonas que, hasta ahora, no podían arder debido a su elevada humedad o a su escasa carga de combustible. Volviendo al caso de Sídney, el 66 % del área quemada había experimentado un incendio recientemente, por lo que no habían tenido tiempo de acumular grandes cantidades de combustible.
Incendios sin límites

Ahora el gran peligro lo tenemos en las zonas de gran continuidad boscosa: Pirineos o Selva Negra en Europa y en las montañas andinas en Sudamérica. En uno de nuestros estudios más recientes hemos cuantificado el margen de seguridad que aporta la humedad elevada en estos ambientes. Dicho de otro modo, hemos medido cuánto se tiene que secar la atmósfera para que esas masas boscosas ardan como una pila de cerillas.

Y los resultados no son esperanzadores. En Pirineos, por ejemplo, los grandes incendios forestales se dispararán en esas zonas si las olas de calor aumentan entre 3 y 8 grados. Es decir, olas de calor como las que se viven ahora en Grecia, o como las que se vivieron en el pueblo de Lytton (Canadá) cuando el 90 % de sus casas fueron calcinadas hace unas semanas.

Problema humano, social y económico

El problema de los incendios no es un problema ecológico, sino humano, social y económico. El bosque suele volver tras el incendio. El problema principal son las vidas humanas que se pierden, y después las casas y propiedades que se consumen. Pero también es un problema de salud pública de primer orden para los pueblos y ciudades cercanas a los incendios. La inhalación de humos actúa como inmunodepresor y conlleva enfermedades respiratorias, particularmente graves en mujeres embarazadas y neonatos, así como en las personas mayores.

Ayúdanos a luchar contra el cambio climático y a defender el medio ambiente compartiendo esta página:

  • Facebook
  • Twitter
  • Enviar por correo